¿Qué hay detrás de la ansiedad?
“Cuando cambias el modo en que ves las cosas, las cosas que ves cambian también”. -Wayne Dyer Es frecuente escuchar sobre la ansiedad como una
En este espacio queremos abordar como la historia de nuestros primeros años de vida puede tener un impacto importante en las ideas que tenemos de nosotros mismos, de quienes somos; y como nos relacionamos con nuestro entorno. Es así como en primera instancia abordaremos ¿Cómo construimos la visión del yo?, La nutrición relacional en nuestros primeros años de vida y el abordaje de estos elementos desde un contexto de terapia.
¿Cómo construimos la visión del yo?
La nutrición emocional en nuestros primeros años de vida
Intervención desde un contexto terapéutico.
Los primeros contextos donde socializamos cuando somos niños (as) son el eje fundamental para la nutrición emocional y la idea que vamos construyendo poco a poco de quienes somos. En este orden de ideas la familia se convierte en ese entorno social de mayor influencia para nutrir nuestra identidad y la forma en como nos narramos a nosotros mismos.
Está construcción depende en gran medida de la sensibilidad y de los recursos con los que cuenten nuestros cuidadores primarios. Es así como los procesos narrativos del si mismo, empiezan a nutrirse con las descripciones que oímos “de quienes somos dentro de ese mundo familiar”, teniendo un peso decisivo en la visión de lo que somos. (Christiansen, 2019).
Siempre hemos oído hablar de lo vital que es una adecuada nutrición alimentaria para nuestra salud física y el impacto de ella en nuestro cuerpo; sin embargo, poco de aborda la importancia de los componentes afectivos en nuestras relaciones, para sentir que somos seres sujetos de amor, “toda persona crece en un determinado ecosistema social, y de la abundancia o carencia de recursos nutricios que dicho ecosistema albergue dependerá en gran medida la estructura de la personalidad” (Christiansen, 2019). Una adecuada nutrición emocional debe estar provista de experiencias de reconocimiento, validación, de buenos tratos entre otros elementos.
Según Linares (2007), son tres los canales que constituyen una nutrición relacional adecuada:
El componente cognitivo en la nutrición emocional es el reconocimiento, el cual hace referencia a que el niño se sienta en sus primeros años que son tenidas en cuenta: sus necesidades, sueños, sus puntos de vista, sus gustos e intereses (Linares (2007). En ocasiones cuando estos contextos de reconocimiento no ocurren en primera infancia, nos encontramos con adultos que están constantemente en pro de satisfacer los requerimientos de los demás. Escenario en el cual se les dificulta identificar que es lo que sienten, quieren y desean para la construcción de sus horizontes de futuro. Así mismo, pueden tener la sensación de no ser autónomos y estar desprovistos para la toma de sus propias decisiones.
Dentro del componente cognitivo un aspecto fundamental es la valoración de los recursos que tiene el niño (a), el no tener estos elementos en el contexto relacional de primera infancia puede impactar directamente en la idea que tiene de si mismo, configurando una identidad a partir de la descalificación y desvalorización.
En la vinculación con nuestros cuidadores primarios es fundamental la disponibilidad de la satisfacción de nuestras necesidades, el sentirnos aceptados, y el sentir que para el adulto es gratificante entrar en contacto con nosotros. En este orden de ideas, es fundamental que el niño pueda comprender que el adulto es sensible a sus necesidades de afecto, protección y cuidado. Cuando encontramos adultos que experimentaron la no disponibilidad de los adultos para satisfacer esas necesidades de cuidado emocional, podemos encontrar un adulto que le es difícil construir vínculos de seguridad y confianza. Le es difícil la búsqueda de ayuda, el compartir sus experiencias emocionales, reconocer contextos de seguridad para si mismos; donde en ocasiones pueden verse envueltos a relaciones de malos tratos (Linares, 2007).
En el campo pragmático la nutrición relacional se refiere a un buen trato. En este campo es necesario hacer referencia a una doble función, la protección y la norma. Durante los primeros años es importante el cuidado del niño frente a contextos de hostilidad y violencia, pero así mismo lograr el establecimiento de limites para la integración a un contexto social. Está función puede entrar en desequilibrio cuando hay un exceso de protección, donde el menor no tiene un contexto que le permita construir habilidades para la vida. Así mismo, cuando no hay un establecimiento claro de reglas que le favorezca al niño (a) lograr inmersión adecuada a un espacio de interacción social (Linares, 2007).
Un contexto de psicoterapia puede ser un elemento clave para comprender la forma en cómo hemos ido configurando identidad a partir de nuestra historia de vida. Permite, por ejemplo, comprender cuales son los discursos incapacitantes de nuestra identidad. Los consultantes llegan a terapia con ideas de si mismo que les limitan o niegan la posibilidad de construir un proyecto de vida satisfactorio pensando en sus propias necesidades e intereses. (White & Epston, 1993).
Un abordaje terapéutico facilita comprender cuales han sido los eventos significativos que han dejado una huella emocional, impactando la forma en cómo la persona se relaciona consigo misma y con su entorno. Hay ciertas historias que pueden volverse restrictivas llevándonos a conclusiones negativas de quienes somos.
Un ejemplo de ello: una consultante llega a terapia porque ejerce un control excesivo frente a sus seres significativos, entendiendo “soy una persona toxica, controladora, desconfiada”. Al ahondar en sus primeros años, ella logra darse cuenta que no tuvo un contexto de cuidado cuando era una niña, lo cual genero una herida de traición. Está herida hace que ella sea más vigilante ante las personas que quiere por miedo de volver a vivir y reabrir esa herida de justicia.
Al comprender esta huella emocional, empieza a relacionarse desde la compasión consigo misma resignificando esas ideas que había construido de si misma “de toxicidad y control”. Reconociendo esos patrones que faciliten encontrar formas alternas en la relación con ella y las personas que ama.
Es así que la terapia puede ser un camino que facilite una mirada mas capacitante de quienes somos, reconocer nuestras habilidades gustos e intereses. Teniendo así la posibilidad de construir una mirada mas esperanzadora del futuro y del presente.
Referencias bibliográficas:
Christiansen, M. L. (2019). La parentalidad desde una epistemología compleja-reflexiones sobre la nutrición relacional y el apego seguro/parental love from a complex epistemology-reflections on nutrition relationship and safe adjustment. European Journal of Social Sciences Studies. Recuperado el 29 de enero 2024, en: https://oapub.org/soc/index.php/EJSSS/article/view/608
Linares, J. L. (2007). La personalidad y sus trastornos desde una perspectiva sistémica. Clínica y salud, 18(3), 381-399. Recuperado el 29/01/2024, en: https://scielo.isciii.es/scielo.php?pid=S1130-52742007000300008&script=sci_arttext&tlng=en
White, M., & Epston, D. (1993). Medios narrativos para fines terapéuticos (pp. 53-87). Barcelona: Paidós.
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