Cómo se manifiestan los diferentes estilos de apego en una relación de pareja

«La confianza en la figura de apego es la base de una personalidad estable y segura», John Bowlby

Introducción:

Uno de los precursores de la teoría del apego fue Jhon Bowlby, quien empezó a hacer estudios que demostraron que los seres humanos desde que nacemos tenemos la necesidad de mantener una proximidad con nuestros cuidadores principales; proximidad que facilita la satisfacción de necesidades biológicas, pero a la vez la necesidad de sentirse amados, cuidados y protegidos.

Los primeros estudios de la teoría del apego se basaron en las relaciones tempranas. En la década de los 80 empiezan a estudiarse como se manifiestan estas tipologías de apego en los adultos, en especial en las relaciones de pareja. Es así como en el presente blog queremos abordar ¿Qué es el apego?, ¿Cuáles son los tipos de apego?, y ¿Cómo se ven los estilos de apego en las relaciones de pareja?

Indicia
¿Qué es el apego?
¿Cuáles son los tipos de apegos?
¿Cómo se ven los estilos de apego en las relaciones de pareja?

¿Qué es el apego?

El apego hace referencia a la necesidad que tenemos los seres humanos de construir un vínculo emocional y físico con nuestros cuidadores principales, que puede facilitar el tener una sensación de estabilidad y seguridad.

El apego puede definirse como la “habilidad para formar un vínculo emocional y físico hacia otra persona, que da un sentido de estabilidad y seguridad necesario para tomar riesgos, crecer y desarrollar la personalidad” (Garcia, 2020). Es fundamental que un niño tenga experiencias tempranas de sostenibilidad afectiva, la sensación de sentirse amado y protegido.

¿Cuáles son los tipos de apego?

Apego seguro:

Las relaciones tempranas que facilitan la configuración de un apego seguro se asocian con cuidadores que procuran atender las necesidades del bebe, transmitiendo a su vez afecto y posibilitando su autonomía en la medida que el niño va adquiriendo nuevas destrezas en el desarrollo.

A su vez, los adultos son sensibles a las necesidades, donde el niño puede comprender que está en un lugar de seguridad y confianza “Las personas con estilo de apego seguro son capaces de usar a sus cuidadores como una base segura cuando están angustiados. Saben que los cuidadores estarán disponibles y que serán sensibles y responsivos a sus necesidades” (Dávila, 2015).

La configuración de un apego seguro es producto de la sensibilidad materna, de la percepción e interpretación correcta a las señales del niño, donde son imprescindibles características como: la disponibilidad, receptividad, calidez y conexión (Aizpuru, 1994).

Apego evitativo:

Las relaciones tempranas que configuran este tipo de apego se relacionan con cuidadores que no han estados disponibles para satisfacer las necesidades del niño. Es así como el niño crece con la idea de que las personas significativas no van a estar para atender sus necesidades, proveer cuidado, amor y protección; lo cual genera una inseguridad a la hora de vincularse con un otro. A su vez, se configura una idea de rechazo y poca valoración, no se ve como un sujeto merecedor de amor (Garrido, 2006).

En la adultez se convierten en personas que evitan conectar con sus emociones, se muestran como autosuficientes y les cuesta la búsqueda de ayuda; debido a que tienen un miedo constante de revivir esa herida de rechazo de sus primeros años de vida.

Apego ansioso-ambivalente:

En este tipo de apego predomina la inconsistencia frente a la satisfacción de las necesidades del niño por parte de sus cuidadores principales. Es decir, la presencia del cuidador tanto física como emocionalmente es intermitente, “es más propenso a la ansiedad de separación y al temor de explorar el mundo» (Mikulincer & Sheffi, 2000).

El resultado es un adulto con ansiedad e inseguridad al vincularse en sus relaciones con sus seres significativos, tienden a tener una baja autoestima, una necesidad constante de aprobación, y temor por ser abandonados” (Garrido, 2006).

Apego desorganizado:

La configuración de este tipo de apego esta relacionada con negligencia y maltrato durante los primeros años de vida. La figura de los cuidadores principales se asocia con “la inestabilidad y los malos tratos”. El niño por un lado busca la proximidad para poder satisfacer sus necesidades emocionales y de cuidado, pero a su vez, necesita alejarse para protegerse (Garrido, 2006).

Las personas muestran confusión y desorganización al construir un vinculo con personas significativas; debido a que no saben cómo manejar la angustia, “el pensarse una relación de pareja, donde me pueden hacer daño”, debido a las experiencias tempranas de caos y dolor que vivieron durante su primera infancia. 

 

¿Cómo se ven los estilos de apego en las relaciones de pareja?

Apego seguro:

  • Pueden expresar con facilidad sus emociones y necesidades al interior de una relación de pareja.
  • Logran confrontar el conflicto.
  • No tienen dificultades para pedir apoyo.
  • Dan muestras de confianza y seguridad hacia su pareja.
  • Pueden hablar de sus molestias de manera asertiva.
  • Son empáticos y con responsabilidad afectiva.
  • Logran comprender la importancia de un proyecto de vida de manera individual y un proyecto en el ser pareja.
  • Respetan los espacios de su pareja.
  • Mejor elaboración en los procesos de duelo.
  • Reconocen contextos de malos tratos y de inseguridad emocional.

(Mínguez Martínez, 2013).

 

Apego evitativo

  • Prefieren reprimir sus emociones.
  • Evitan el conflicto, conectar con sus emociones, miedo a la intimidad emocional.
  • Les es difícil el compromiso por temor a reabrir esas heridas de infancia relacionadas al abandono y rechazo. De esta forma podemos encontramos con personas que prefieren estar en soledad que conformar pareja, prefieren relaciones esporádicas desprovistas de vínculos emocionales y de permanencia en el tiempo.
  • Les cuesta comprender los sentimientos y las necesidades de su pareja y de sí mismos.
  • Tienen dificultades en la búsqueda de ayuda “prefieren comprenderse y describirse como auto suficientes, personas que no necesitan de los demás”.
  • Necesitan mucho espacio físico para sí mismos.
  • Les cuestan las demostraciones de afecto.

(Mínguez Martínez, 2013).

Apego ansioso o ambivalente:

  • Necesidad constante de sentirse amados.
  • Narran su identidad y las ideas que tienen de si mismo, dependiendo de que puedan o no estar en pareja.
  • Miedo a las separaciones breves.
  • Tienen dificultades en autonomía, se sienten inseguros, soportan mal la soledad.
  • Tienden a construir relaciones de dependencia emocional.
  • Forman relaciones de manera precipitada.
  • Miedo a sentirse amado (a).
  • Necesidad de control, miedo al abandono.
  • Dificultades para dar por terminada una relación a pesar de ser maltratantes.

(Mínguez Martínez, 2013).

Apego desorganizado:

  • Les cuesta trabajo la gestión de sus emociones, pueden ser impulsivos.
  • Labilidad emocional, inestabilidad emocional.
  • Tienden a la contradicción en sus pensamientos y acciones.
  • Pueden mostrarse excesivamente cariñosas y después distantes.
  • Llevan a cabo comportamientos contradictorios.
  • Reacciones emocionales extremas.
  • Han perdido la confianza en el otro.

(Mínguez Martínez, 2013).

Estilos de apego y psicoterapia

Es importante mencionar que un estilo de apego configurado durante la infancia, no es determinante a la hora de construir relaciones en la adultez basadas en la seguridad y en la confianza, nos podemos relacionar distintos, pero en ocasiones necesitamos un poco ayuda. Un proceso de acompañamiento puede ser ese lugar para identificar esos patrones construidos durante nuestros primeros años de vida.

Una de las premisas más relevantes dentro de un proceso de acompañamiento es que el terapeuta pueda brindarles a los consultantes una base segura, es decir, un lugar de seguridad, confianza, consistencia, buenos tratos, cuidado por el otro y empatía frente a sus necesidades.

El consultante puede comprender que hay otras formas de ser y estar en el mundo basadas en buenos tratos, empatía y responsabilidad afectiva. Lo cual puede contribuir a reconfigurar esos patrones de historia de vida, identificar heridas de primera infancia, contribuyendo así, a un proceso de sanación, que aporta a una relación de cuidado consigo mismo, con sus seres significativos y con su entorno.

 

Palabras claves: apego seguro, apego evitativo, apego ambivalente, apego desorganizado, pareja, dependencia emocional.

Referencias

Aizpuru, A. (1994). La teoría del apego y su relación con el niño maltratado. Psicología Iberoamericana, 2, 1, 37-44.

Dávila, Y. (2015, July). La influencia de la familia en el desarrollo del apego. In Revista Anales (No. 57).

Garcia (2020). Formas de amar: El apego y las relaciones de pareja. Recuperado el 12/02/2024, en: https://www.latercera.com/paula/formas-de-amar-el-apego-y-las-relaciones-de-pareja/

Garrido-Rojas, L. (2006). Apego, emoción y regulación emocional. Implicaciones para la salud. Revista latinoamericana de psicología38(3), 493-507. Recuperdo el 12/02/2024, en: http://pepsic.bvsalud.org/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0120-05342006000300004

Mikulincer, M. Sheffi, E. (2000). Adult attachment style and cognitive reactions to positive affect: a test of mental categorization and creative problem solving. Motivation and Emotion, 24, 149-174.    

Mínguez Martínez, L. (2013). Estilo de apego y estilo de amar.

MonEta, M. E. (2014). Apego y pérdida: redescubriendo a John Bowlby. Revista chilena de pediatría85(3), 265-268.

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